MICROVIOLENCIAS: LA DESTRUCCIÓN DE LAS FRONTERAS

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Psic. Gabriela del Bosque

Corrección de estilo: Anna Andrade

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La frontera es ese lugar en donde coexistimos, donde terminas tú y empieza el otro, es ahí en donde transitan dos. Y donde inevitablemente nos tocamos.

Me resulta difícil hablar de violencia sin experimentar un hueco en el estómago. Tenemos suficiente en el mundo: guerras, actos terroristas, feminicidios, trata de mujeres, secuestros, acosos, violaciones, amenazas… cada día miles de personas se ven afectadas por algún tipo de violencia. Mientras escribo detecto que ese hueco se llena de impotencia, desamparo e indefensión.

Leemos constantemente mensajes, blogs y artículos como este en donde algunos intentamos construir nuevas formas relacionales; empeñados en crear un cambio sin darnos cuenta que somos parte del problema.

Vivimos en una sociedad en la que podemos encontrar vestigios de violencias en una gran cantidad de situaciones, lamentablemente hemos, en cierta forma, normalizado la violencia: bromas hirientes entre amigos, mentiras entre compañeros, comentarios descalificantes entre familiares, celos en la pareja, críticas, prejuicios, etiquetas y muchas otras formas de violencia que permitimos o incluso generamos en nuestro día a día sin percatarnos del impacto que tienen en nuestro alrededor.

Estas microviolencias destruyen y dañan tanto o más que las “grandes violencias” en el mundo pero frente a éstas sí tenemos potencia y defensión; podemos brindarnos amparo y resguardo unos a otros. 

Leí hace algún tiempo una frase que decía: “la violencia siempre crece a través del tiempo”, haciendo énfasis en que es importante detectar y frenar a tiempo las conductas agresivas dentro de una relación. Esta frase me impactó pues ilustra el poder de la violencia: si la permitimos en una relación, crecerá; dentro de nosotros mismos, pasa igual, si no aprendemos a identificarla.

Hay algo más sobre esta afirmación, denota que la violencia es un fenómeno dinámico, no estático; es decir que implica un movimiento y ciertas causas que lo producen por lo que también podemos asumir que podemos reducirla si ejercemos acciones o fuerzas adversas a ella.  Comprender que se trata de una manifestación humana en movimiento me permite conservar una ligera esperanza y me regresa el aire a los pulmones, aparece una leve sensación de defensión frente a ella. 

¿Qué es la violencia y cómo podemos ampararnos de ella?

La violencia es un acto de poder sobre otros, con la finalidad de dominar, someter o agredir física, psicológica, emocional o sexualmente. La mayoría de nosotros al leer esta definición podemos sentirnos ajenos a ella. Sin embargo, ¿cuántos de nosotros podemos afirmar que no criticamos, divulgamos información íntima, pasamos por encima de acuerdos, menospreciamos las necesidades de otros, intentamos cambiar, persuadir, convencer o ignoramos a quienes nos rodean?

Vamos como sociedad construyendo fronteras violentas entre nosotros, la frontera es ese lugar en donde coexistimos, donde terminas tú y empieza el otro, es ahí en donde transitan dos. Y donde inevitablemente nos tocamos.

6 violencia frontera fertil

Poco nos enseñan sobre el cuidado de los otros, la cautela que hay que tener cuando entramos en su mundo, el respeto que cada existencia nos merece y vamos mancillando el territorio de otros sin darnos cuenta. Necesitamos reconocer a estos otros, su historia, sus afectos y sensibilizarnos frente a ellos, frente a sus necesidades, sus realidades, su ser simplemente otro.

Dejemos de intentar mirar el mundo y a los otros sólo a través de nuestra propia historia y descubramos nuevas formas de conmovernos con la presencia de otros, dejemos que nos afecten, nos cambien y nos muestren nuevas realidades; realidades que sólo podemos comprender a través del acercamiento curioso a la otredad de quienes nos rodean.

Mi esperanza es que en ti y en mi decrezcan las formas de microviolencias que nulifican lo diferente o incomprensible, lo que nos es ajeno, sólo por no ser nuestra realidad o no encajar con nuestra forma de ver la vida; y que por encima de sentirnos fuertes o dominantes nos interpele el bienestar del otro y el deseo de construir fronteras fértiles entre nosotros.

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