IR A TERAPIA: UN CAMINO DE LA INADECUACIÓN A LA INTERDEPEDENCIA

Psic. Gabriela del Bosque
Corrección de estilo: Anna Andrade
Corrección de estilo: Anna Andrade
A través de una serie de blogs iré reflexionando sobre algunos de los mitos alrededor de la terapia psicológica, revisando algunas ideas y prejuicios sobre cómo, cuándo, quiénes y por qué se acude a terapia.
Comencemos con un mito que considero de gran influencia en la decisión de acudir o no a una terapia psicológica: La terapia solo la necesitan los débiles, dependientes o aquellos que no tienen buenos recursos personales o sólidos lazos con familiares o amigos. ¡Falso!
Ir a terapia no significa que no seas capaz de resolver tu vida, ni que seas raro, débil o que no cuentes con personas valiosas y de confianza a tu alrededor. Muchos tenemos la fortuna de contar con valiosos recursos internos y externos, sin embargo existen situaciones de vida frente a las que nos sentimos desarmados, confundidos o impotentes. Pero vivimos bajo la presión de ser día a día fuertes, valientes, creativos, originales, resolutivos, capaces, audaces, seguros, certeros e, incluso frente a las adversidades, se espera que seamos rápidamente resilientes y que descubramos en nuestras experiencias casi de forma inmediata oportunidades de crecimiento. Tenemos un ideal de ser “súper humanos”. ¿Cómo construimos esta creencia?
Los seres humanos somos seres sociales, organizamos nuestra vida en función de las relaciones interpersonales; por lo tanto resulta inevitable que seamos influidos por la historia social y cultural que nos rodea. Nuestra vida social determina importantes aspectos de nuestro funcionamiento psicológico ya que internalizamos las normas establecidas colectivamente.
Establecemos como sociedad qué es normal y qué no, determinamos ideales esperados sobre nuestras formas de responder a la vida, construimos manuales para evaluar conductas como funcionales o disfuncionales y esto se convierte en requisito o sinónimo de salud o bienestar. Si en algún momento de nuestra vida no sabemos ni podemos responder de acuerdo a lo esperado, asumimos que algo anda mal con nosotros e intentamos desesperadamente resolverlo sin que nadie lo note. Estamos dentro del sentimiento de la inadecuación, solos, avergonzados, alienados de todos aquellos que parecen tener su vida resuelta o al menos bajo aparente control.
¿Podemos cambiar los constructos sociales? Si, las sociedades también evolucionan pero requieren del movimiento de determinado grupo de personas que considere cierta condición como negativa, injusta o limitante para el crecimiento de sus integrantes.
La terapia psicológica, más allá de los beneficios individuales que proporciona a quien acude a ella y que mencionaré más adelante, es un fenómeno de transformación social. Cuando una persona reúne el suficiente valor para iniciar un proceso de terapia adquiere consciencia de la importancia de romper con estos prejuicios y exigencias sociales de bienestar emocional exprés y autónomo.
La interdependencia es la forma natural en que los seres vivos interactúan con otros organismos en su medio ambiente, sin embargo los seres humanos somos complejos y en ocasiones pretendemos trascender nuestra naturaleza por temor a la dependencia emocional y por la idealización de sentirnos independientes.
Empecemos por reconocer que estamos en constante relación con nuestro entorno y somos psicológica y emocionalmente interdependientes. Somos influidos e influimos. Aunque a veces nos duela reconocerlo, no podemos ni queremos estar solos, por lo que la creación de vínculos es parte de nuestro desarrollo socioemocional. Desde nuestro nacimiento necesitamos de los cuidados de otro, el apego y la protección son parte de la conexión básica psicológica que requerimos de forma natural en los seres humanos.
En consecuencia, la terapia psicológica además de ser una herramienta de autoconocimiento, es una oportunidad para aprender a vincularnos en momentos de vulnerabilidad, pedir apoyo e incluso culturalmente es un acto de rebeldía frente las demandas sociales de perfeccionismo y fortaleza individual.
La terapia psicológica tiene como objetivo que los problemas de la vida se conviertan en retos y no en amenazas. Y en el camino, a través de la vinculación con el terapeuta implícitamente aprendemos a relacionarnos desde nuestras dificultades, aceptando que no siempre sabemos la respuesta, y enfrentamos el necesitar ayuda, orientación y compañía profesional en ciertos momentos de nuestra vida. Esto es lo relacional de la psicoterapia, hacerlo frente a otro, dejándonos influir y siendo conscientes de que influiremos en el terapeuta y en otros a nuestro alrededor.
Además de ser un espacio seguro y privado en donde enfrentar lo que nos hace daño o limita, la terapia es una oportunidad para construir intimidad y desarrollar nuestra capacidad de interdependencia emocional.
Beneficios de la terapia relacional
A través de un proceso de vinculación relacional obtenemos diversos beneficios terapéuticos, como:
Más allá de todos estos beneficios, quisiera resaltar que la terapia psicológica relacional nos permite derribar el mito de la exigencia de fortaleza mal entendida y nos transforma en múltiples niveles: personal, relacional y social.
Todos aquellos que hemos tenido el valor de vivir un proceso terapéutico formamos parte del grupo de personas que estamos transformando nuestra sociedad, moviéndonos de un paradigma de exigencias individuales de independencia a uno relacional en donde nuestras potencialidades se centran en la interdependencia emocional y psicológica de nuestra especie.
“La idea de la compasión se basa en una aguda conciencia de la interdependencia de todos los seres vivos, los cuales son parte el uno del otro, y todos están involucrados unos con otros”. Thomas Merton
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4 respuestas
Hermoso!!! Gracias por recordarnos nuestra interdependencia, que nos necesitamos y que somos partes unos de los otros 🙂
Ir a terapia y pedir apoyo como un acto de rebeldia ante una sociedad que promueve la independencia, me encanto!!!
En consulta y en lo personal, descubro que somos parte de esta exigencia muchas veces sin darnos cuenta. Por eso considero importante empezar a alzar la voz y darle paso a sentirnos y reconocernos interdependientes psicológica y emocionalmente con los que nos rodean. Gracias Tere por tu comentario!
Maravilloso artículo, Gaby!
Me haces pensar en los grandes estigmas relacionados con la salud mental y las expectativas que mencionas de cómo deberíamos ser y actuar, desestimando el riesgo de padecer desórdenes psicológicos severos en ausencia de un acto preventivo.
Pienso también en este mito de que acudir a servicios de salud mental (no solo la terapia psicológica) es para uso exclusivo de desórdenes severos y, aun teniéndolos, la idea de que “es para locos” impone una gran barrera para llevar a cabo la intervención preventiva.
Me encantaría leer tus reflexiones acerca de ese mito también.
Totalmente de acuerdo contigo Carmen, es muy importante la atención oportuna de nuestros malestares emocionales y psicológicos.
Creo que justo por eso me parece interesante promover el diálogo y la reflexión sobre estos temas.
Me parece excelente tu sugerencia para esta serie sobre mitos alrededor de la terapia, pronto me leerás por aquí tocar ese mito: «la terapia es para locos o personas con problemas graves».
Gracias por leerme 🙂