Un espacio para dos

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Psic. Gabriela del Bosque

Corrección de estilo: Anna Andrade

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Muchas parejas comienzan su vida juntos creyendo que se conocen, cuando realmente es en la relación en donde comenzarán a conocerse.

Las relaciones humanas funcionan como un organismo vivo: nacen, crecen, se enferman, evolucionan y, a veces, mueren. A través de nuestra vida construimos muchos tipos de relaciones con distintos grados de profundidad e intimidad. Las más significativas suelen ser las familiares, las de amistad y las relaciones amorosas, siendo las relaciones de pareja uno de los vínculos afectivos más complejos del ser humano debido a su elevado nivel de intimidad y la rapidez con la que, en ocasiones, se pretende construir.

Muchas parejas comienzan su vida juntos creyendo que se conocen, cuando realmente es en la relación en donde comenzarán a conocerse. Cada miembro de la pareja tiene su historia, educación y creencias, por lo que aprender lo que significa la unión de voluntades en vista de un proyecto en común es una de las tareas centrales cuando se desea vivir en pareja. No es una tarea fácil, se necesita de una adaptación continua de dos modelos de vida diferentes, mientras cada cual cree que el suyo es el mejor y más natural, y se sorprende de que el otro no lo vea así.

La adaptación implica un proceso de cambio para ambos miembros de la pareja y a veces es vivido como un tipo de violencia pues implica ciertas pérdidas, como la pérdida de independencia y libertad, entre otras.

Lo que nos violenta es comprobar que algo de nuestra identidad está quedando atrás. La vida en pareja es una co-creación e implica que ambos miembros atiendan su propio proceso de cambio y estén abiertos a las diferencias y la necesidad de conciliar, adaptarse y cambiar en función de las necesidades de la relación. Junto con la responsabilidad de desarrollarse a sí mismo, cada individuo tiene una parte de responsabilidad de que el otro se realice en la relación. Y esto no siempre es sencillo.

Por eso no es extraño que las personas que inician un proceso terapéutico mencionen tener dificultades en su relación de pareja, ya sea como tema central de consulta o porque de forma indirecta los problemas de pareja forman parte importante de su malestar emocional.

Vivir en pareja requiere que aprendamos a soltar situaciones pasadas, propias o de relaciones anteriores, desarrollar nuevas formas que se adapten a las necesidades cambiantes de la relación actual. Es necesario permitir la posibilidad de equivocarnos y considerar que un error es, por otra parte, un intento por resolver y nos orienta a futuras elecciones de solución. Sin embargo, en el camino de este aprendizaje muchas veces nos lastimamos y fracturamos la relación.

Construir una relación es un proceso donde los errores, los conflictos y las dificultades forman parte del mutuo crecimiento de sus miembros si estos logran una comunicación afectiva, clara y directa que les permita construir su propio “sistema” adaptado a sus necesidades. No hay reglas predeterminadas ni fórmulas mágicas, por lo que es una oportunidad para crear, descubrir, desarrollar e innovar dentro de nosotros mismos nuevas y mejoradas versiones.  

¿Cómo se logra una comunicación afectiva, clara y directa?

La escucha activa es una clave importante ya que para amar y sentir ternura el elemento fundamental es escuchar. La escucha activa nos ayuda a entender las razones y sentimientos de los demás, porque está basada en la aceptación y la empatía. Se trata de escuchar para comprender al otro, no para responder, discutir o ganar. Aprender a escuchar en pareja es una forma de aprender a amar.

Para lograr una comunicación afectiva, clara y directa a través de la escucha activa necesitamos tener presentes ciertas premisas que ambos deben respetar, sobre todo en los momentos de conflicto:

  • Hablar por turnos, para crear un ambiente de respeto mutuo.
  • Mantener contacto visual al hablar.
  • Tener sincero interés por lo que el otro está viviendo o sintiendo.
  • Deseo de comprender y hacer preguntas para aclarar las dudas. No asumir ni interpretar.
  • No interrumpirse ni intentar adivinar lo que dirán uno al otro
  • No buscar culpables; en una relación de pareja el resultado siempre depende de dos.

Estas son claves que nos permiten ampliar nuestra perspectiva sobre una situación para crear un espacio donde quepan los dos con sus necesidades y anhelos.

El conflicto como abono al crecimiento mutuo

El conflicto, aunque nos resulte difícil de creer, es una oportunidad de crecimiento para ambos en la relación; nos habla de que la pareja se encuentra cada uno en sus propios límites, la sensación de desencuentro y desilusión nubla las posibilidades de solución. Cuando nos encontramos en el límite estamos en el límite de nuestra zona conocida, de nuestras capacidades ya desarrolladas; y justamente frente a nosotros se encuentran múltiples y nuevas opciones por descubrir.

Es aquí donde la relación de pareja puede ser un lugar de expansión y crecimiento mutuo. Los conflictos perjudican las relaciones cuando no pueden ser resueltos, pero las fortalecen cuando permiten a la pareja conocerse más a fondo y descubrir nuevas fortalezas.

Crecer y fortalecerse en pareja es el objetivo. Conocerse, compartir miedos, retos, deseos y esperanzas ayuda a cultivar el cariño y la admiración mutua, nos consolida como individuos y solidifica el vínculo. Para crecer en pareja se necesita dejarse influir por el otro, tener apertura hacia la propia novedad y la del otro, y estar dispuesto a contemplar las necesidades de ambos.

Cuando elegimos la vida en pareja nos enfrentamos al reto de dejar atrás partes de nuestra individualidad con el fin de crear el suficiente espacio para el crecimiento de dos; hay que hacerlo con ciertos límites para cuidarse uno al otro y no caer en la toxicidad amorosa.

¿Cómo podemos identificar lo tóxico en una relación?

Tóxico es todo aquello que limita el crecimiento, que desnutre, que invalida, que empequeñece. En las relaciones de pareja suele presentarse cuando uno o ambos miembros:

  • Viven con dependencia emocional y su felicidad depende de la presencia del otro.
  • Limitan su vida social, dejan de ver a otros y se aíslan como pareja.
  • Sienten celos de personas cercanas, se molestan e intentan que el otro limite sus vínculos con familiares y amigos.
  • Viven con expectativas irreales sobre lo que el otro es.
  • Tienen necesidad de controlar/dirigir al otro.
  • No respetan la privacidad del otro.
  • Desconfían de las intenciones del otro.
  • Pierden la capacidad de comunicarse.

Una relación de pareja ha de ser un lugar en donde ambos individuos logren un equilibrio entre autonomía y pertenencia o entre libertad y vinculación, un espacio donde cada miembro se permita descubrir sus potencialidades y ayude al otro a descubrir las suyas.

El amor no reclama posesiones, sino que da libertad. El desafío más grande en el desarrollo de la vida en pareja es crear una relación que tenga suficiente espacio para que dos personas libres puedan crecer.

Lecturas referentes y recomendadas:

Terrorismo íntimo de Michael Vincent Miller

2 respuestas

  1. Muchas gracias Gaby, el leer me hace darme cuenta que aun tengo un conflicto con mi codependencia y quiero seguir trabajando en mi para poder tener una relación libre y comprometida.

    1. gracias por tu comentario Verónica, sobre todo por compartir sobre tu experiencia. Me pasa similar, día a día me esfuerzo por construir una más sana relación en la cual pueda continuar creciendo como persona. ¡Un saludo!

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